
Pasada esa contradictoria sensación de euforia y cierta tristeza propias tras cada representación -anoche volvimos con
Historia de una escalera- y, antes de contaros otras cosillas, me vais a permitir que dé públicamente las gracias a nuestros queridos amigos
Manolo Morillo y
José Miguel Rivero. Su trabajo de maquillaje y peluquería -a destajo en este drama de
Buero para dar la sensación del paso del tiempo- me ha parecido sencillamente extraordinario.
José Miguel llegó al cine agotado después de su trabajo diario -acrecentado por la celebración de una boda- mientras que
Manolo dejó a un lado su ensayo de bailes de salón para estar, ambos, puntuales, en el cine a fin de compartir con todos los demás esas horas previas a la apertura del telón, los descansos y, sobre todo, ese final que tanto nos gusta cuando percibimos a través del público la consecución de un trabajo bien hecho (con toda nuestra modestia).
Manolo, José Miguel: ¡MIL GRACIAS!
En las imágenes, José Miguel peina a Loli Gordillo y Manolo maquilla a Vicky Espínola.
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